Di con el virus.

Desbastado por lo ahora llamado: situación país, decido abrir el espejo de la librería. Ese centro comercial siempre me pareció extraño, no tanto por la librería que emana magia y me atrapó por sus tantos espejos, sino que es aquella parte del rompe-cabeza fuera de lugar. Como dije: me ganó la desgana y abrí el espejo. Ya dentro de él pude continuar con mi búsqueda. He ido a esos lugares que son épocas donde todo el mundo ahora dice; fue mejor. La verdad, es que es así, entré a varios supermercados y estaban llenos de productos. Hice lo mismo en diferentes ámbitos, con ferreterías, talleres, farmacias, bodegones y panaderías. Todo en perfecto orden y rebosante. Las librerías llenas de libros de Borges, de Cortázar, de Sábato, Andrés Eloy Blanco, Miguel Otero y sus poemas y su casa muerta siendo un boom. Fiodor apenas pensando en Los Hermanos Kamarazov, y un Neruda sin el nobel, definitivamente: otra época. Las carreteras asfaltadas, los transportes completamente habilita...