Nubes en la ducha.

Qué loco verlo tiritar, desangrarse. Qué extraña sensación esa causante por el tiempo congelado descongelarse. Volvió y no para quedarse. El mismo piso, la misma puerta, el mismo sonido de la ventana principal. La barra brillante, una colección de vino y no estaban los muebles color marron. Era un silencio profundo y una velocidad sin precedencias la de sus pensamientos. Se lavó las manos, en el mismo sitio donde se cepilló los dientes ebrio millones de veces. Fue al cuarto, y permanecía azul. Limpio, sin nadie, el espejo rodeado de la madera blanca. en el closet la vieja y pequeña ropa, descoloridas como viejas ideas. Qué loco verle así, pálido. Abrió una caja de tiempo, y fue una muerte instantanea la que vió. Una caja llena de colores y una vieja herida, la cuál dejó cicatriz. Qué loco verlo sufrir por letras y prendas, que ya ni recuerdo. Que loco, olvidar tanto y verlo desde aquí, desde lejos, en el agua, en la ducha, como un vídeo, como algo fugas,...