De otro tiempo.

Como un cigarrillo que ha pasado por diversas bocas.
Niño, joven y adulto, luchando contra el conductismo,
conductismo que le encanta.
Un chico de traje, tal vez no pueda llevar pantalones aún,
el mismo que le gusta llevar flores e ir caminando para hacer la entrega.
De otro tiempo,
de ese tiempo donde existía aún el destino, 
donde las tradiciones eran concretas y no sólo una tradición,
donde los hombres llevaban relojes en los bolsillos
y gustan y tienen el placer de hacer cartas.
Sí, algo clásico, 
como cuando no existían las películas,
ni se tenía una adicción a las fotos.
El cine mudo no es suficiente
puede que un caballo y un palacio sí.
De otro tiempo,
donde habían menos profesiones y más valoraciones por lo que se daba,
simplemente se escribía,
se pintaba, 
y moría gente joven por enfermedades que ya no son extrañas.
Aunque de verdad lo pienso entre tantas mezclas,
¿de dónde soy? 
¿o por qué ésta época? 
¿Soy un hombrecillo en blanco y negro?
¿o alguien destinado a hacer guiones para cines mudos?
¿podré ser un hombre con bolsillo en el reloj?
No lo sé, ni lo sabré,
De otro tiempo,
soy de otro tiempo y ni siquiera sé de cuál,
pues a veces lo asesino, sí, al tiempo.

Un poeta,
un músico, 
un historiador de historias más viejas,
o un simple ser de sueños.

¿Pero de dónde?
¿Pero qué?

De otro tiempo,
de otro tiempo,
de otro tiempo.

Tiempo que no sé.






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