Lo que importa es la calma, tu casa.

Y te sentís rasgado rasgado de tanta felicidad. A la vez en tus huesos te carcome el mundo y no sabes por dónde empezar ni mucho menos por dónde terminar, sólo sigues caminando por los días y en una sonrisa en un beso consigues que no sean iguales, pero lo son que no es lo mismo pero es igual. Callas, tus ojos son puertas son idas y vueltas son tuyos y a la vez no. Sigues feliz rasgado cortado, con las venas hinchadas por la presión de la sangre con el cerebro cansado por el mañana, pero sigues, caminas por los días y en un cuerpo vas encontrado tu hogar porque al final no es donde vivís tu casa. No, no y no. Tu casa tu hogar es ese cuerpo son esas manos es ese regazo esos ojos esos besos esos abrazos que detienen el tiempo que no anda, que agarra tu alma y la estruja para sentirte más rasgado para sentirte más vivo y muerto para al fin sentirte en calma.