Lo que importa es la calma, tu casa.

Y te sentís rasgado
rasgado de tanta felicidad.
A la vez en tus huesos te carcome el mundo
y no sabes por dónde empezar
ni mucho menos por dónde terminar,
sólo sigues caminando por los días y
en una sonrisa
en un beso
consigues que no sean iguales,
pero lo son
que no es lo mismo
pero es igual.
Callas,
tus ojos son puertas
son idas y vueltas
son tuyos y a la vez no.
Sigues feliz
rasgado
cortado,
con las venas hinchadas por la presión de la sangre
con el cerebro cansado por el mañana,
pero sigues,
caminas por los días y en un cuerpo vas encontrado tu hogar
porque al final
no es donde vivís tu casa.
No,
no
y
no.
Tu casa
tu hogar
es ese cuerpo
son esas manos
es ese regazo
esos ojos
esos besos
esos abrazos
que detienen el tiempo que no anda,
que agarra tu alma y la estruja para sentirte más rasgado
para sentirte más vivo y muerto
para
al
fin
sentirte
en
calma.






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