Meditaciones: III Letras Que No Se Sueltan
Hay un poema que no he publicado y que escribí el año pasado. Nació al darle la cara al pasado, y tuve que bailar entre situaciones que ya no existen, entre sentimientos perdidos, entre decisiones que nunca más se podrán cambiar. A veces pienso que debería publicarlo, pero hay algo dentro de mí que me detiene. Y de esa incógnita nace esta meditación.
¿Debe un escritor tener escritos sólo para sí mismo? Pero si es así, entonces, ¿Cuál sería su función? Porque tal vez ser escritor —ser poeta— lleva consigo una responsabilidad que se escapa de sus manos. Quizá su deber sea desvivirse por sus letras sin importar cuán profundas sean, sin importar si se entenderán, si serán leídas al final. Puede que el escritor deba escribir y soltar esas palabras al aire, para que simplemente desaparezcan entre todos los tiempos: pasado, presente o algún futuro.
Recuerdo cómo empezó el poema. Lo escribí primero en papel, y a los días viajé de vuelta a casa, porque no estaba en mi ciudad. El poema también estuvo bailando conmigo. Me tenía mareado entre tiempos muy lejanos y otros no tanto, llenándome de melancolía y de felicidad. Estaba obsesionado con una canción de Lagos por aquel entonces, y de casualidad también había retomado a Estopa Los primeros versos los escribí a oscuras, y cuando los pasé al digital, agregué los versos que dieron con el final. Podría decir que es uno de mis poemas favoritos Aun así, ha pasado un año y un par de meses, y no he querido soltarlo al aire.
No es la primera vez que me pasa. Hay varios poemas que me encantan pero son tan desgarradores que siento temor al soltarlos así, sin aviso. Tal vez sea porque me parecen vencidos, o porque me hago ideas. O puede que en el fondo sienta que podrían cambiar algo, como si en mi tinta habitara el destino.
¿Cuál es, entonces, el servicio del escritor? ¿A quién protejo y a quién no salvo con esas letras?
Debo con urgencia averiguarlo.
"El baile dónde tenía que hacer los pasos correctos,
La música está en silencio
Mientras yo trato de agarrar la mano correcta para bailar. "
Publíquelos
ResponderEliminarMeditándolo
EliminarEntiendo ese vértigo que da cuando un poema todavía late más adentro que afuera.
ResponderEliminarA veces no se trata tanto de publicarlo o no, sino de aceptar que, mientras lo escribíamos, también nos escribió. Que no siempre escribimos para ser leídos, a veces lo hacemos para poder sostenernos.
Me gusta esa pregunta que dejás al final: “¿A quién protejo y a quién no salvo con esas letras?”
Tal vez escribir sea también un acto de cuidado pero lo cierto es que cuando se nombra lo innombrable, cuando se le pone cuerpo a lo que duele o a lo que ya no está… algo cambia. No sé si en el mundo, pero sí en nosotros. Y eso, de por sí, ya es una forma de salvación.
Gracias por esa puerta abierta.
Saludos.
Son muchas incógnitas siempre, pero creo que va siendo mejor que no se piense tanto y soltar todo. Gracias por leer siempre!
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