New day

Tom, firme y sereno, siempre ha sido así con sus decisiones. Es un personaje, es único en sus facetas (la verdad es que tiene muchas) y es algo más allá de único, él es alguien que rosa lo especial. Sentado en el sofá marrón cómodo y esponjoso, él siempre lee su mente mirando la persiana. Detalla cómo los rayos del sol contrastan las siluetas de los árboles de afuera. Es algo especial, natural, puro. Nadie lo nota, pero Tom sí. Pienso que nos hemos dejado de sorprender por esos detalles que nos da no sé quién (Dios, la vida, el universo, quién sea) son maravillosos, creo que la palabra natural debe tener más respeto, debe ser más mágica, debe tratarse de otra forma. Por eso hablo de Tom, lo veo sentarse todos los días en el mismo sillón, y sé que no está perdiendo el tiempo, de hecho, está sacando todo lo que puede de su mente, como si fuese una biblioteca abandonada, empieza a limpiarla, a releer los viejos libros polvorientos ¿qué tanto secretos guardará? 

He visto las caídas del sol, los amaneceres, miles de veces. Sigo viendo a Tom desde mi ventana, él aparece siempre en mis cortinas (no me gustan las persianas) el sol también dibuja su silueta en mis aposentos. Por eso sé cuándo está y cuándo no. Silencioso, ambos, como testigos del new day. 

Ya cayó la última hoja del otoño.



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