Volví a Rayuela.
Me quedé pensando en la París de Rayuela. Me quedé en ella, pasee un rato por ella. He vuelto a saborear la amargura y la dulzura de sus cafeterías, también he obtenido el tiempo para ver los parques, todas las aceras y calles. Ha sido inmediato que me asomé, que entré, que me volví un escabullirse en el cuerpo de o en lo que fue Julio. Ha sido un disparo, mi acento se cambió, se moldeó y solamente me falta un gato para ponerme a fantasear. Y no deja de ser poesía el desorden en el cual me encuentro. Al lado está a quien Julio llamaría su maga, sus cafés por las mañanas. Y lo poético es que yo también puedo hacerlo, pero esta maga ha jugado bien las cartas, diría yo, y también le quitaría un poco el olor a cigarro. Le agregaría viajes en sus ojos de miel y en sus piernas esperanzas. Para resumir la diferencia; un montón de cosas. Dejo el café, los bares y los incontables momentos buenos, ella es mi maga y también es relinda.
En fin. Todo es sumamente poético, y lo sé porque no necesito entenderlo, lo siento así. Me baso en las definiciones de mi querido Borges. Y por eso sé que la calle que adorna el frente de mi hogar también es poesía, agrego las persianas que cubren la ventana que hacen que los vecinos tengan celos de lo que no ven, puesto que mi maga me pide siempre algunos besos, ellos saben de una idea, pero no tienen a su alcance el sentimiento de lo que es una pintora rendida ante un estúpido escritor.
Todo se ha pintando de un lindo color, te lo juro. Solamente hay una luz que alumbra esta habitación. París está a un lado también, porque la dejé cerrada y marcada en el capítulo tres.
Mi teléfono duerme, pues nadie quiere saber de este tipo. Por supuesto yo no quiero saber de nadie, o
molestar, pese que mi cuerpo si extraña con todos sus huesos.
Hay una guía que ojeo para saber qué botellas con sustancias tóxicas y dulces compro. Quiero decir también que la cerveza que bebo pertenece a esa sesión que está repleta de veneno y cosas buenas.
Esto es todo por hoy. Ya sé que he vuelto a Rayuela, que esta vez ella no me dejará salir tan fácil. De nuevo desde el principio, ya no mas un ya casi. No sé si vuelva a hablar sobre París y sobre mi cuarto cuando se envuelve en esta energía. Esto es un simple momento perfecto.
Chau, un beso más.
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