Cero (0) vivía tranquilo, las montañas que se veían desde lejos siempre le mantenía en paz. Su pueblo era pequeño, al igual que los sueños y creatividad de muchos allí. A pesar de lo mencionado, todos eran muy brillantes a la hora de filosofar, y se hacían inmensas tertulias, todos llenos de vino, debatían y arrojaban ideas. Así transcurrían los días en este pueblo. Cero, era todo lo contrario. Estaba lleno de sueños y creatividad, pero no sabía cómo imponer su punto de vista, sus ideas, no sabía filosofar. Esto hacía que sus alrededores no intimaran tanto con él, ya que simplemente Cero permanecía en silencio. Cero, comenzó a caminar en las noches mientras el pueblo dormía, porque las ideas en su mente no lo dejaban quieto cuando la luna salía. Poco a poco, llegaban imágenes en su cabeza, pero aún así, la pintura, las letras y la misma música, no lograban conectar con él para que todo eso se esparciera en esa línea de tiempo que él estaba viviendo. Una noche cualquier...