A la Salud de Poe.

 A la salud de Poe,

entregado siempre a su cuervo

que me cuida,

que evita que me vuelva loco.

Así las noches se hacen acogedoras

y aunque sean eternas, 

pasan rápido.


A la salud de Poe, siempre.

Que siempre me encuentren sus cuentos

y poemas

que están pintados con una oscuridad llena de paz 

e irónicamente también con destellos de luz.


Que los tragos de cualquier licor den 

con esa misma inspiración que él 

entre velas y tinta encontraba. 


A salud de Poe,

que dio tanto 

y recibió poco.


A salud de Poe,

que ahora es inmortal

y en las manos de muchos

siempre está.


Que el corazón no nos delate

que ningún gato pierda algún ojo

que sigan de moda las máscaras rojas

que paren los crímenes de la calle Morgue.

Y que Leonora, esté en paz...


¡No, nunca más!










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