De un nieto
Han pasado años, desde la última vez que te vi. Ese mismo día, fue la ultima vez que hablamos. Yo, con un nudo en la garganta sabía que iba a ser una despedida, una despedida para siempre. Hoy, me di cuenta, que simplemente decidí huir, porque no quise enfrentarme al fantasma del olvido, ese fantasma que te fue hiriendo poco a poco, el fantasma más cruel, porque asesina y deja vivo a la persona. Y hoy recordé lo poco delicada que eras al aconsejarme, lo directa que eras, pero que bueno que fue así ya que lo entendí con la piel, con el alma. No repetí los errores que te hirieron a ti, y tampoco los errores que repitieron los demás. Seguí tus consejos al pie de la letra, porque sé que a pesar de lo herida que podías estar, sabías que el amor lo era todo, y lo es. No me siento culpable por haber estado en silencio tanto tiempo, fue la mejor decisión, porque para ti yo era un recuerdo. No quería herir tu tiempo, porque en ese tiempo estabas disfrutando todo al máximo, y no era necesario, yo estaba creciendo como querías y seguía tus consejos. Pero hoy recordé lo noble que eras, querías a todos los gatos de la cuadra en la casa, los alimentabas entre comillas en secreto. No hay mejor compañía que un gato, eso lo aprendí por las buenas, y agradezco por eso. Y quiero también sincerarme; siempre te entendí y a la vez no, porque qué molestia las distintas épocas, pero cómo admiraba tu vida y valentía, porque aunque me repetiste mil veces la misma historia, siempre la disfrutaba como la primera vez. Yo también sentía el mismo orgullo que tú por todo lo que hiciste, Con errores, como todos los seres humanos, fuiste la mejor madre del mundo. Por eso nunca me gustó verte pequeña, cuando entristecías y te dejabas llevar por la historia, la mala, siempre deseé viajar en el tiempo y poder ayudarte, ¿Pero cómo hacía? si al mismo tiempo sabía que todo fue perfecto, porque así llegué yo, y todos. ¿Cómo hacía? si al final, igual, no podía viajar en el tiempo. Por eso aprendí a perdonar, y espero tu lo hayas hecho igual, porque en tu ida, sé que lo único que había era paz, porque sé que ese fantasma se llevó todo lo malo que podías recordar, te purificaste, a pesar de que algunas buenas memorias tuvieron que sacrificarse, pero eso no importa, porque esas memorias en nosotros quedaron guardadas. Agradezco tanto, agradezco poder darte whisky a escondidas, con poca agua, porque yo sabía que querías sentirte rejuvenecida, y es que al final siempre hiciste lo que querías, y viviste, viviste mucho... Tal vez, sigues viviendo, pero en nosotros. Debo decir que habían infinitas cosas en las que no estaba de acuerdo contigo, pero entendía que simplemente ya no avanzabas en el tiempo, y que a pesar de todo, me escuchabas, testarudamente, pero escuchabas. Gracias por hacer tanta ropa para mí, por vestirme elegantemente, y por sentirte orgullosa por eso. Diste todo, de eso no hay duda, y como un gigante dejaste huella en esta tierra... De eso no hay duda. Gracias por esa música triste que te encantaba, esas rancheras rancias que logré disfrutar, gracias por las llaneras, que te hacían sentir viva y con ganas de bailar. La música también te hacía sonreír, y también te hacían disfrutar el trago, como a todos, como a todos los demás. Y te digo algo, siempre fuiste la estrella, el show estelar, la reina, en todos los diciembres, y no había ninguno, que no pensara en ti, por lo mas amarga que estuvieras. Algún día podré hablar de ti con más orgullo todavía. Tal vez a mi hijo/hija, o hijos. Tal vez a mis sobrinos, no lo sé porque el futuro es incierto. Y sonreiré de nuevo, porque seguí tus consejos, y sé que me sonreirás de vuelta, a tu manera. Ahora me disculpo por esos años en blanco entre nosotros, y debo decir que tu partida me trajo paz, porque sé que también lo fue para ti. Y claro que mis ojos fueron ríos sin cauce. Pero hoy te recordé, y recordé años, todos esos años juntos, todas esas fechas juntos, todas tus historias, todos tus abrazos, tus besos, tu manera de defenderme, tu manera de defendernos, recordé tu carácter, recordé tu valentía, recordé tus miedos, recordé lo que tu no recordaste más, recordé lo temible que fuiste para la parca, recordé el joropo, recordé los bebedizos, recordé las quejas, recordé la ensalada horrible de remolacha, recordé vivir contigo, recordé tus trajes, recordé tu grandeza. Recordé la vida, recordé el origen de lo que somos, de lo que no hay que hacer, y de lo que hay que cambiar. Recordé lo que nunca te pude decir, abuela, lo que nunca nos dijimos creo, porque tal vez en algún sentido fuimos cobardes.
Recordé lo mucho que te amo, y te amaré por siempre.
espero no haber dejado ningún cabo suelto, sólo puedo decir: Gracias, Gracias, Gracias.
Hermosa y muy ella, agradecida con el amor que nos dió en medio de sus vivencias...
ResponderEliminarDios la bendiga 🙏
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarExcelente....la mejor descripción que he leído. Gracias, hijo.
ResponderEliminarGracias tío!
EliminarExcelente carta, una mirada muy particular y coincidente en la visión generalizada, como dijo un ilustre, "la gente seguirá viviendo mientras le recordemos aún después de la muerte"
ResponderEliminarasí es
Eliminar