Notas Desde Oregón Pt 3

 Elegí La Tregua Para Viajar de Ida

No sé por dónde empezar, pero no puedo dudar de que fue una buena decisión. Sigo en el avión con destino a Portland, una ciudad que sin conocerla completamente bien, declaro como una de mis favoritas, al punto que puedo decir que me gustaría vivir allí.

Escogí La Tregua por ser uno de los libros mas cortos que tengo, pensé: 200 paginas son suficientes para un vuelo de cinco horas. Y acerté. También lo escogí porque es un libro que leí cuando tenía 23 años, y quería tal vez registrar el cambio de emociones, o las opiniones distintas que podría tener ahora con 31.

Puedo empezar hablando sobre que se nota que es una novela muy vieja, hay muchos versos que hoy estarían cancelados, conceptos que también ya son aceptados. Eso lo puedo notar ahora, que soy una persona distinta. También pude notar la seriedad de Santomé, pude entender mas la desdicha sobre la rutina, aunque no llego a eso 50 años, pude percibir ese camino que llega ahí, y me alegro de tal vez no ser tan fatalista como la gente del sur del sur.

A todas estas, ya sabía el final. Cuando lo leí por primera vez, lloré leyendo las ultimas 20 páginas, aunque suene extraño, esperaba por esas lágrimas hoy, pero no fue tan así.

Lo que tiene de interesante Santomé, es que me enseñó que a sus 50 todavía pudo sentirse vivo. Entonces por esa parte estuve más que fascinado, porque la búsqueda de la emoción es algo que hoy me intriga muchísimo, ya que siento que me he vuelto particularmente un tanto gris. Me da alivio, otra cosa distinta no puedo decir.

Para ir finalizando, no, no lloré pero se me aguaron los ojos completamente, suspiré. Tal vez estar entre dos desconocidas me contuvo. Pero pese a no llorar a suelta mocos como la primera vez, entendí mucho más aquel dolor, aquella desgracia, comprendí con una facilidad que no pudo ser peor, que al parecer las dudas de Dios que tenía ese hombre eran más que validas, aunque también pareciera que fuera este mismo que le escribió tal destino.

Sin más qué decir, acabando el vino que pedí… emocionado por los días que me esperan en Portland, hago una tregua.

Salud.







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