Adiós y Hola

 Las despedidas marcan nuevos saludos; se habla de comienzos y de cambios: es lo que por lógica se conecta a esto. Y creo que es así; esto viene también a confirmar que las respuestas siempre están dentro de uno, como si uno supiera qué hacer siempre, solo que no se acepta o se ignora a simple vista. Es como el tema de que uno sabe lo que está bien y lo que está mal; así es esto.
 
Los años van dándote poderes para decidir mejor y también analizar mejor. Con estas herramientas podemos desechar cosas del pasado y quedarnos con las mejores para el presente, porque vamos despidiéndonos de nosotros mismos con el pasar del tiempo.
 
Siento que, con un poco de honestidad, uno se va quitando peso de las espaldas. Es bueno marcar límites, entenderse, hablarse. He ido, con estas herramientas, deshaciéndome de malos hábitos para así también evitar malos momentos, y esto no quiere decir que he quitado parte de mi esencia, sino todo lo contrario: la he alimentado y mejorado. Creo que he llenado más al Gabriel artista, al bohemio, al romántico, al soñador. Aunque, francamente, a veces siento que es lo contrario, porque esto también quiere decir que he dejado cosas que me gustan pero sé que no debo, como el cigarrillo que, aunque ha vuelto momentáneamente, volverá a ser un cometa de esos que pasan cada tanto. Y, claro, las dosis de alcohol bajaron como la bolsa en el 2008 y el amor, por ahora, se encuentra en una etapa de hibernación.
 
Creo firmemente que este es el camino más seguro: el reconocimiento de todos los (yo), para que entre todos nos pongamos de acuerdo de quiénes tienen que quedarse y quiénes otros irse. Porque no se puede andar con tantas dudas por la vida; si yo, que soy un adicto a romantizar las cosas, no me permito hacerlo, creo que allí hay un problema, y ahí es donde uno de los quiénes tiene que irse. Porque yo soy creyente de que todavía hay gente que romantiza la vida; no sería justo tener que obligarme a pintar mi ser de gris y creer que no. Allí afuera hay gente a la que le gusta ver los carros pasar, que quiere ir a una montaña alta y ver su ciudad desde lo lejos; gente que bebe vino y piensa en París bajo la lluvia o en su pueblo, con muchas hojas cayendo. Porque hay gente que va y se sienta en un banco a leer, a encender un cigarrillo y a ver el cielo mientras el humo va desapareciendo alrededor; porque aún existe gente que se emociona con los girasoles y se llena de música, gente que pone a andar un vinilo de Bob Dylan o Charly García y, con una bocanada, agradece por el arte, sentado en un sillón con un café, solamente prestando atención, como si al día siguiente tuviera que salir a luchar por todo eso que soñó.
 
Dicho todo esto, puedo hacer las paces con todas las torpes y elocuentes versiones de mí. Les puedo aclarar que no todo será borrado y que, de ahora en adelante, lo mínimo que prometo es más arte y libertad; porque no dejaremos de escuchar esas canciones que nos hacen sentir vivos, como esas mismas que buscan matarnos; porque igual habrá vino, whisky y cervezas; porque, aunque acabe este mes y se acaben los cigarrillos tal vez para siempre nuevamente, también tendremos nuevas comidas y platillos con sabor a nostalgia para degustar.
 
Aclarando todo esto, les puedo asegurar que los videojuegos volverán de vez en cuando, así como jugar a la pelota. Los conciertos en vivo seguirán en YouTube, y las preguntas sin respuestas seguirán, solo que con una inyección de calma.

 Le doy la bienvenida a todas esas versiones que quieren sumarse y aportar a este camino lleno de misticismo y ganas de historia. Abrazo el futuro porque es lo único que siempre sigue adelante; me enamoro de la idea de creer; miro mis manos para darles la confianza de seguir escribiendo, porque no puedo prometerles más que amor, más que arte. Porque esto no es más que caminar caminos nuevos con los mismos artistas que amamos, con los libros que ya hemos leído, siendo los mismos de siempre pero en una mejor versión.
















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